El 30 de marzo Faber-Castell, el mayor fabricante de lápices de madera se une a la celebración del Día Internacional del Lápiz
La historia del lápiz comienza cuando Lothar Faber lo patenta en 1864, y desde entonces se convirtió en un gran aliado para artistas, científicos, estudiantes y para toda la humanidad.
El Castillo de Faber-Castell, en Stein, Alemania, es el centro de atención en la exposición histórica que está de manera permanente el lápiz más antiguo del mundo. Durante el trabajo de renovación de una casa en la región Suabia de Alemania, este inusual lápiz fue descubierto en una viga del techo, donde un carpintero lo había olvidado.
Debido a que el edificio era muy antiguo y se remonta al siglo XVII, el lápiz permaneció inadvertido en su escondite durante siglos. Hecho de madera en bruto, pegado, tiene marcas de uso que confirman su antigüedad. Por lo tanto, es el ejemplo más antiguo de un lápiz que se conoce hasta la fecha.
Justo a tiempo para el 240 aniversario de la compañía en el 2001, incorporó una pluma de edición limitada de solo 99 piezas. Una obra de arte en oro blanco sólido de tamaño magnum, coronada con tres diamantes de calidad fina a un precio de 10,000 euros.
El tercer lápiz, incluido en el Libro de Récord Guinness, es difícil de exhibir e incluso de transportar: con sus 19.75 metros ostenta el título del lápiz más grande del mundo y se colocó en una torre de cristal con motivo de inauguración de la fábrica de Faber-Castell en Malasia. Hoy en día, es una atracción para los visitantes de la sucursal asiática, que por cierto es considerada la mayor productora de gomas de borrar del mundo.
Dónde está el más grande, no debe faltar el lápiz más pequeño: mide tan solo 17.5 mm de largo y aproximadamente 3mm de ancho. Hecho en abeto de América del Norte y con una mina de grafito genuino (0.5 mm de diámetro), es solo una décima parte de longitud de un lápiz normal. Se fabricó especialmente en Alemania para la ceremonia de apertura de la planta de Malasia en el 2001, donde recibió una presentación solemne de la gerencia. Por su tamaño, necesitaría de unas pinzas para usarlo. Ahora se exhibe junto a su “hermano mayor” en un escaparate en el vestíbulo.
El “super lápiz” es la expresión de aspiración a una alta calidad que, según el CEO Daniel Rogger, ha estado anclado durante siglos en la tradicional compañía Faber-Castell.
“Desde que Lothar von Faber estableció los estándares de calidad para los lápices en el siglo XIX, todas las generaciones posteriores tienen la misión de continuar produciendo los mejores productos” dijo Rogger.
“El lema proclamado por Anton-Wolfgang Graf von Faber-Castell en aquel entonces, hacer lo extraordinariamente bueno, sigue siendo uno de nuestros valores fundamentales. Esto se refleja en la alta productividad, pero también en el esfuerzo saludable por la singularidad – como se demuestra en las curiosidades de estos lápices.